Los sectores de la energía y la tecnología continúan evolucionando dentro de un contexto global complejo, marcado por la inestabilidad geopolítica, la urgencia de la acción climática y una disrupción tecnológica sin precedentes. Las organizaciones se ven obligadas a adaptarse rápidamente a entornos volátiles, reorganizar sus cadenas de valor y encontrar un equilibrio entre la sostenibilidad, la rentabilidad y la resiliencia operativa.